sábado, 12 de noviembre de 2011

noche

El alma de la noche cae sobre el espíritu humano como el pétalo plomizo de alguna flor desconocida. La misma Luna llena destella podredumbre y monotonía. Parece como si una plaga de íncubos se hubiese apoderado de la mitad de las féminas. Los mismos tragos, el mismo juego...
Hoy no está mi amigo Alberto, pues se encuentra convaleciente. Así, la persona con la que más puedo explayarme y conversar no forma parte de nuestro grupo en esta baudeleriana atmósfera de decadencia. No he tardado mucho en regresar a mi madriguera. Y, ahora, escucho música clásica, mientras contemplo una pila de libros empezados. A través de la ventana de mi buhardilla se puede observar el astro noctámbulo, redondo y pleno, diluido a veces por nubarrones que emborronan su imperio.
¿A qué juegas, Luna? ¿A qué juegas, Luna llena?