martes, 3 de enero de 2012

Fragancias

Media luna raja el manto aterciopelado de la noche, ojo semicerrado del espectro en total oscuridad, gajo blanco de gato maullar, enciendo el incienso de mirra y jazmín, luna divina de besos carmín, la noche entrada ya.
Cuarzo rosa sobre mis trastos, vela de aroma canela en el comedor, reloj de pared menguando arriba del televisor.

Mañana de claror algodonoso, aves furtivas de color de frutas, fotones de rayos undosos, que buscan en derredor sus rutas, serpenteando doradas ondas esbeltas, gaviotas de metal dejan sus estelas, coronando la tierra.
Armonía de mañana fresca, platean las ventanas de sol, melodía de nata y fresa, esencia de claveles en el balcón. Relicario de tiernas adelfas, diccionario de las fragancias, coloradas acacias de tierras de elfas, que recogen juntas con verbigracia.
Mediodía puro e imparcial de brotes de azahar, magno imperio del astro rey, que sus destellos hace llegar, a las casas magenta y beis.
Partida de ajedrez, a las torres de Hanoi juego, níveo en el vivero, amarillea un pez. Otra estilográfica devenida, pero sólo escribo poesía con mi pluma preferida. Y tal es la vez. Pétalos del placer…
Estrellas en pleno día, bruñidas de bronce sobre mi mesa, beldades hijas de Vesta, con las piernas abiertas, ¿quién lo diría? Meditan. Ordeno mi librería al compás de sinfonías de sibilas, mientras hojeo un monográfico coleccionable, la fogata arde, algún gnomo llega tarde, los paladines abren paso, lleva esperando la princesa desde el ocaso. Se trata de Demian, de Hermann Hesse, el regalo.
En estos momentos, me estoy leyendo el Secreto, de Rhonda Byrne.

Un paseo por las galaxias de mi buhardilla, mientras apago la colilla, trols trasmutando los tiempos, los gnomos y sus juramentos, la tarde las tejedoras hilan, expulsando de los ogros sus lamentos, varitas de purpurina contra todos los tormentos.
Aroma de romero...


"La imaginación lo es todo. Es el avance de lo siguiente que atraerá la vida" Albert Einstein.