lunes, 13 de mayo de 2013

Escapada


Escapada a la aldea de mi abuela, sentado frente al grabado, azuzo la chimenea, que pugna contra el frío de afuera. Es de noche en el monte y el tiempo hiela. Pero dentro, el calor del hogar, los cuadros, casi todo artesanal, el arco que da al salón en la pared del mural, curiosos utensilios añosos… ¡Chimenea, chimenea! ¡Que la llama se menea! Otro fardo de leña… Y renace, y se eleva. Llamas bravas, verdes, azules y ámbar, ¡por otro capazo de leña!, mil diablillos danzando, apareciendo y desapareciendo, sobre el tronco incandescente que se deshace en brasas rojas, granas y  naranjas, gemas de luz casi cegadoras, arrecifes de coral de nácar, ¡chimenea, chimenea! ¡que la llama se menea!, y crea placas de fuego desmoronando en fruto la dura madera, potente chimenea. ¡Otro fardo de leña! ¡que la llama se menea! Y su fragor se transforma en estrellas fugaces  contra el cristal achispado, grietas volcánicas, transparencias violáceas, cometas amarillos, espermatozoos…