viernes, 18 de septiembre de 2015

8ª Carta amatoria para Ruth (Rosas)


Mi rosa azul, linda embriagada de bien, azulina brotas en mi sien como un amparo de las diosas de luz, deidades vales por tres. ¡Ay, mi rosa azul!, sonrisa clara de ser pintada; si he dicho tres, deidades vales por diez, torso de hada, labios de miel.

Mi rosa carmesí, cada día y cada noche pienso en ti, y aún sigo de pie, ¡ay, mi rosa azul!, sólo pensarte me vuelves demente tú, gafas inolvidables, mi musa imposible, siempre colgada de la luna libre.

Mi rosa blanca y pura, tierna en tu gesto blancura, ¡cómo derretías mis carnes al tocarme!, ¡qué facilidad para sacarme una sonrisa!, melodía sin prisa, mediodía de vida y noche de despedidas, ¡ay, cándida rosa inmaculada de paz...!

Mi rosa amarilla, por ti mi razón no razona pero mi corazón brilla, caderas pacientes, voz ilusionante, ya no soy el que era antes, mi rosa querida, surtidor de pétalos de vida, ilusión de iridiscencia compartida.

¡Ay, mi Ruth!, que no se diga, si azul, roja, blanca y amarilla, eres luz toda, en todas brillas; si verde, rosa, cárdena y violeta, en todas ellas, ¡Ay Ruthopía, como en una fantasía!, y yo sorbo de ti el color, de tus formas la maravillas y del tono templo mi pluma con el testigo de nuestra Luna.

¡Ay, Ruth, no digas nada! Que eres un jardín con las rosas más hermosas de este mundo, mi luz, calla...