viernes, 27 de enero de 2012

En mitad de la noche

Destella en oro el blanco de los edificios, el cielo es puro mármol azul, gorjeo matutino, lira de Orfeo, fondo marino de celestes veleros, desde mi tragaluz, esplendoroso sol iluminando todos lados, amanece bendecido de brillo el día. Proyección en armonía de los hados. Ricuras de mi buhardilla.

Al alba despierto, inundado de sueños, que a su antojo bailan un momento, orbe onírico de Morfeo, cielo negro, casi mate, no me pierdo en sus detalles, un orfeón de serafines lindos deleitan la vista y el oído, azulinas piedras del acuario, musgo verdoso, un pez negro como la noche con una mancha perla de luna, estirados y amarillos, a rayas, de los violines al ritmo, níveas algas, el bloc de notas y la pluma, ideario plasmado en la bruma… El incensario en penumbra, vagas fragancias de romero, terciopelo negro igual que la noche de azabache, montones de libros y el globo terráqueo, Mandolino durmiendo tiernamente a los pies de mi abuela, centelleos púrpuras, Vivaldi, reflejos plata del cuarzo sobre mi escritorio, elipses de hadas sobre el promontorio, violáceas en luengas estelas, haciendo de magia rosa giratorio nublo de estrellas, desnudas las rojas, sin ropa las otras, destacando la más bella y ardiente, que baila la danza del vientre. Vibrares de alas como sonajeros, oscilares azules claro, vaciando el tintero en el lago, junto al estanque de nenúfares blancos de la impresora, las nereidas retozando a estas horas…
Afuera chispea, y los charcos platean sin saberlo las calles de quimeras, a estas horas, las sibilas silban desde una gran aureola, mis mejores libreras, entre círculos de palomas e hilanderas. Tejedoras de los sueños vestidas de seda, togas de mil colores las hechiceras, encienden del farol la vela, mientras mi café contempla su escena, cisnes esbeltos acicalados de gemas danzan al compás de una música eterna, diamantes radiantes de agua cristalina, destellos fucsia y escarlata, amarillos girasol, cien lunas de plata, mil pétalos en flor.