jueves, 1 de marzo de 2012

Cataratas de luz viva

Juglares de la jungla, ingles depiladas de las hadas, salvajes goblins con taparrabos, sobre las tumbas heladas sus débiles cantos. Árboles de cuento y piedras con finos ojos de horror, piafa un kelpie a lo lejos, y un haz de láser me enciende el farol. Mil estrellas flamean, se hace el día de repente de manos del Hacedor. Noche crecida, brote de Sol y, cual gaviota de mármol, parte el avión, blanquísima ave en contraste bendecida, hija de Dios, hacia lontananza, donde en máximo color, despunta ya el alba.
Monumental masa de mil espejos fluctuantes de agua de oro y de diamantes, vidriera de luz de la mañana, griterío de locos bajitos en el recreo de su pausa, floresta viva de acacias divina, que un cielo de limpidez desgrana, brilloso de campanillas distantes…
Cataratas de agua de luz, zafiro claro por bóveda, melodía de blues próspera... Escena superior y brújula del interior. Dos nubecillas irisan el cristal de mi ventana mientras avanzan, muy lentamente, desde la derecha de la estampa. El sol, al cénit, las vuelve nenúfares sobre un estanque flotante. Y abajo, toda la ciudad es oro y marfil resplandecientes...