lunes, 30 de enero de 2012

Retorno feérico

Llegan en avalancha las criaturas fantásticas a mi nueva buhardilla de bucólica estampa. Ya vuelan los peces dejando una estela verde de polvo, que se transforma en un instante en azul y rojo, luminiscentes como el oro del amanecer. Llegan en tromba con sus largas trompas los insectos gigantes fosforescentes; las salamandras, burlonas, trepan la pared en un contraste de turquesa sobre amarillo crema. Una araña escarlata llena de pelos me roba un cigarro, mientras un ogro se come un gusano; por entre las violetas, dos goblins me encienden el incensario. Los cactos al otro lado, junto a la caricatura de una planta carnívora y varios dragones naranja atigrados, debajo de las proyecciones y el acuario. Flamea su magia el farol. Y a su alrededor vuelan las hadas y los hados. Ya duermen los gnomos y los trasgos. Los infantes élficos, los ancianos…
La flora rezuma color, la fauna excelsas formas, pulsan la lira las diosas, jazmín es el olor. Más musas tornasolando de añil y azul prusia la habitación. Platean destellos de escamas verdeoro bajo el plasma apagado. Me esmero en el decoro y el iluminado. Corolas digitales y pistilos brillantes, buhardilla en flor.
El molinillo de agua y cerezas cerca del cobertizo, donde dócilmente me deslizo, entre las hojas tiernas del arroyo, la melodía de la noche en coro, piano, Chopin… Me fumo un puro cigarro para celebrar que ya tengo el ordenador reparado.