domingo, 29 de marzo de 2015

Mañanas marítimas

Creía que había perdido un lápiz electrónico con mi último libro en el balneario del Parnaso, pero hace un rato, el elfo protector Héctor me lo ha encontrado y entregado. No podía ser otro, ya me ganó al ajedrez...
Al contrario que en el mundo real, los fines de semana los insectos del Otro lado de la Creación nos aburrimos demasiado al no poder salir al exterior.
Hace ya unos días que puedo saludar a la enorme esfera de fuego, y ésta me corresponde con cálidas mañanas y féminas cada vez más destapadas. Ayer paseamos con Rita y Cila por el paseo marítimo, un verdadero paroxismo de los sentidos, y el día anterior visitamos la casa-museo de Vicente Blasco Ibáñez, aunque no pude hacerme una fotografía abrazado al torso del mismo, prohibiciones de arriba (cosas de ángeles). Mientras admiraba sus interioridades, descubrí que era ferviente seguidor de Guy de Maupassant.
Ante la falta de personal para poder salir con nosotros a dar paseos, Lucky (uno de mis mejores amigos; ya me extenderé más en otra ocasión) y yo, decidimos redactar una propuesta que firmaron todos; de ahí que ahora vengan las voluntarias por las tardes para poder pasear y respirar aires de libertad entresemana.
Terminaré hablando de la tercera voluntaria de la vida, la timidez violácea, o Rena, y sus continuos acompañamientos matinales de la playa por la arena.