martes, 27 de diciembre de 2011

jazz

Me enjugo los ojos de navidad entera, jazz del bueno, el que no se aprende en escuelas, deleito mis sentidos mientras dos gnomas risueñas me sirven el café, que bebo tranquilo al calor de la estufa, como un acto de fe o el ritual de una bruja, pasión de luces fucsia bajo el añoso reloj de pared, Venus en la aurora, notas preciosas de saxo y búsquedas en Internet, Zeus goza ahora, acústica azulina de pétalo de vidrio caída, dúctil sentida de difícil entender, farolillo en duermevela que iluminas mis ideas, caracolean mansos los peces del bien y van desnudas las nereidas, saltando mariposas carne de flor en flor… Voz femenina, alba musical, adelfas diamantinas, aurora boreal.
Luna escarlata de otro lugar, reflejas tu gracia en mi cristal, y la purpurina de oro de los regalos es el tesoro de tantos hados… Irradiando la potente luz de mil espejos dorados. Tridimensionales paladines engalanados. Algunos duendes acicalados con grandes medallones, goblins en una hoguera, puentes fuertes, sabañones, ¡qué calor en mi madriguera!
En estos momentos estoy releyendo a Julio Verne, de prosa sencilla, que no simple, de leer. También leo a Tagore, filosóficamente más profundo. Como escritor y lector de ciencia-ficción, no puedo criticar a Stanislaw Lem, pero a título personal, me quedo antes con Isaac Asimov. En cualquier caso, ya sabéis que mi inclinación es el ciberpunk (W. Gibson, B. Sterling, etc), aparte de éstos, el genial Philip K. Dick (cuantísimas pelis buenas están basadas en obras de él) también me gusta.