domingo, 27 de noviembre de 2011

Domingo

Domingo de sangre tostada, donde la gente descansa y los escritores trabajan. Domingo desnudo, sabor a mañana, último día de la semana. Insecto de una sola ala, que no sabe el futuro lo que le depara.
Me ha recomendado una náyade la película El método peligroso, sobre la vida de Freud y sus relaciones interpersonales con su discípulo Jung; debe de ser interesante, Néstor-guiño.
Ya le confisqué la estufa al boggart. De libro a libro deambulo, sin saber donde sentar el culo. Me terminé el extraño caso del Dr Jekyll y Mr Hyde, no me gustó. Frankenstein sólo un poco. Y el sabueso de los Baskerville sí está bien.
Siendo feos los domingos, quizás éste sea la excepción que confirme la regla. Los duendes hacen castillos con mis pilas de libros, los ingenieros gnomos me arreglan los relojes que el boggart ha estropeado. Las sinuosas curvas de las hadas deleitan mi vista entre la bruma de azul y cárdena. He afeitado mi barba para parecerles más apuesto, algunas con buen karma ya me han dicho "te quiero".
Tengo abierta la vitrina de las obras clásicas, contemplo un cuadro, a mitad hecho, mientras fumo y tomo café a mi provecho.
Contra viento y marea escribo un domingo, como quien pesca, como quien es el río, a ideas de tintero torbellino, entre fragante humo y luz natural. Pero, en verdad, no es tal desafío escribir un domingo amigo. Si las ninfas secretarias te ordenan los libros y la música de los dioses te despeja la cabeza.

Aquiescente domingo, propicio para sestear, domingo de mentón descolgado, de charlas sosas y de hados. La tarde promete lluvia rosa semejante a chicle, masticable. Un caleidoscopio de NeoTokio renaciendo...