sábado, 4 de julio de 2015

El sepelio del duende rosa


Hoy los silfos se agolpan contra mi ventana mientras el poniente hace hervir de dolor toda la ciudad. Sólo el café frío me deja pensar por un instante en las elegías de mis asuntos en la buhardilla. Debo de llevar un mes sin plumear, me noto frugal. Como un vampiro dispuesto a continuar, recién sacado del ataúd frente a la cruz plata de un monaguillo, casi sin ritmo ni estilo.

A falta de prosa, os dejo una poesía salvadora:


El sepelio del duende rosa


En el sepelio  de los duendes rosa
Hoy el desfile de botines lila es su antojo
Dormitan ya reyes y dioses bajo antiguas fosas
Que ni siquiera las lombrices miran ahora de reojo
 
De noche, el bosque de luciérnagas es pleno y hermoso
El valle del pueblo verde prefiere brindar al duende
Pues él era sabio y bueno…  Y, entre sus obras,
En vez de lloros, hizo prometer a todos un gran alborozo.
 
Una gran lluvia de estrellas derrama de adornos
El estaque, sobre el que  alegran más de mil cisnes
Y allá, en el cerro, algunos lobos con decoro…
Almas de piano hacen de aquel silbido violines
Para embrujar el hechizo de un gran gorro:
El del duende…
El duende feliz que no murió solo.