domingo, 25 de marzo de 2012

Nubes divinas

A la tarde caída, sólo mis dulces nubes divinas resplandecen con fuerza por la jornada de un día, seres plenos de vida, flotantes y algodonosos mundos… Abajo, la tierra de un domingo, los petardos de los críos, las películas antiguas en el salón, pero ¡el claror divino, las nubes resplandeciendo, un mar en el cielo, oro puro, diamante eterno, en cegador jugueteo, orbe etéreo… Y su fulgor! Oigo la puerta, se trata de una elfa, es mi tía, que viene de hacerse una densitometría.
Sigo absorto en la admirable caída de la tarde, orquídea de pétalos ámbar, que entre destellos azul y grana, las nubes se desgranan. Ahora es un fragmento del Edén despidiendo rayos por doquier, velada por enormes algodones añil, expandiéndose sin fin. Las marcas de los aviones son finos láseres blancos, y el azul tiende a cubrir la venerada gema de luz…
Un cometa cárdeno corta el mármol y, en ese instante, brotan corazones morados sin desdén, haciendo del cielo oscuro un bello violeta a pincel.

Xilofón prodigioso de la noche sabia, luna creciente entre la bruma, claveles en claves de notas, del árbol de la inspiración su savia, luna creciente de cascabeles brotas, cual perla oscura. Saco la pluma y me corren duendes por los diez dedos de los pies, es el fuego de la tinta y las gotas por la sien. Galaxias, más de cien… De una luna de yeso, ya preso, inmerso en las danzas de las nereidas sin sueño, que mantienen estropeada la impresora, en un serafín risueño que me enciende el farol a esta hora, para que emerjan los seres fantásticos de mi alcoba.

martes, 20 de marzo de 2012

Como hijo de Argos

Media luna menguante, imagino que aún no he despertado, abrazado a un par de vestales, ellas sensuales y tríbadas, yo como hijo de Argos, igual que esperando en PuertoVenus a un androide y que luego vengan dos clones, sabiendo que sueñas y sin querer despertar, cuelgan las lianas de nenúfares de cristal y corre el agua por el arroyo de cables, luengos gusanos, blancos y negros, bajo el escritorio. Los halos de humo cárdeno del promontorio, sobre el anaquel desgranan fuegos fatuos flores de loto, claveles mágicos de alabastro, mientras duermen tres gnomos en un peñasco. Media luna cornuda, dime que no estoy soñando, cuando veo desnudas a un grupo de hadas haciendo yoga entre ninfeas y rosas, ¡ay, noche roja, que te me alborotas!
Rosas, crisantemos, violetas, pensamientos, geranios… y demás flores no menos bellas, cuyo nombre todavía desconozco en el balcón, despidiendo como un tul aromas hacia la línea del horizonte que, en el albor, se desvanece en infinito transparente.

martes, 13 de marzo de 2012

Hazaña

Hoy he dormido por mí y por todos mis compañeros, como decíamos de pequeños, el azul rosado del cielo contemplo mientras escucho urbanos versos, alturas tornasoladas de acuarela, aún duerme mi gnoma abuela, entre otras cosas prendo incienso de rosas, suave y manso amanecer…
Planeta de luz viva, ¡vibra!, hierve el sol del mediodía. Fotones blancos sobre un mecano gigantesco y formidable, redes de cables, bruñidas bandadas mate, colcha granate que mueve el aire, y en tu gracia de mañana luces de arte, de ropa tendida que nimba un caleidoscopio sin límites. Mañana de luz viva, ¡vibra!, que hierve el sol del mediodía.
Gorjeo matutino, lira de Orfeo, de mármol el cielo y un sol intenso, y al calor acude una víbora de Gabón, gigantescos tentáculos como de ciencia-ficción, y le da muerte un victorioso paladín con su espadón, flotan pompas púrpuras en el aire triunfante, chispas de neón rojo eléctrico entre los cables, las piedras del bosque sonríen intocables, y hacen gala del mayor galardón, peces turquesa voladores, salamanquesas tricolores, burbujas encinta de flores de lis, bayaderas admirables orladas de ingrávidas libélulas, madreselva en plena celebración. ¡Himeneo, himeneo! -gritan los seres fantásticos, al compás de arpas de cuento.

jueves, 8 de marzo de 2012

Contrastes

Un témpano de amatista pura se diría que cubre el cielo, amarilleando a lo lejos… Amapolas, polen de las diosas, ahumadas cristaleras por olas; corro la cortina, luz cegadora, urbanitas torres blancas de cemento. Se ha derramado el líquido oro del reino celestial hoy, haciendo de la ciudad un limbo etéreo y magnífico a la vista. De repente, se cruza un ave de plata, y le siguen otras tantas en ligera bandada, allá sobre la techumbre de las desvencijadas fábricas. Y, en la misma línea que separa dos mundos, juegan a cambiar de color, pasando grácilmente de la luz a la sombra, una y otra vez, entre un teatro de palmeras y de alondras, mientras me tomo el café.

jueves, 1 de marzo de 2012

Cataratas de luz viva

Juglares de la jungla, ingles depiladas de las hadas, salvajes goblins con taparrabos, sobre las tumbas heladas sus débiles cantos. Árboles de cuento y piedras con finos ojos de horror, piafa un kelpie a lo lejos, y un haz de láser me enciende el farol. Mil estrellas flamean, se hace el día de repente de manos del Hacedor. Noche crecida, brote de Sol y, cual gaviota de mármol, parte el avión, blanquísima ave en contraste bendecida, hija de Dios, hacia lontananza, donde en máximo color, despunta ya el alba.
Monumental masa de mil espejos fluctuantes de agua de oro y de diamantes, vidriera de luz de la mañana, griterío de locos bajitos en el recreo de su pausa, floresta viva de acacias divina, que un cielo de limpidez desgrana, brilloso de campanillas distantes…
Cataratas de agua de luz, zafiro claro por bóveda, melodía de blues próspera... Escena superior y brújula del interior. Dos nubecillas irisan el cristal de mi ventana mientras avanzan, muy lentamente, desde la derecha de la estampa. El sol, al cénit, las vuelve nenúfares sobre un estanque flotante. Y abajo, toda la ciudad es oro y marfil resplandecientes...