domingo, 15 de enero de 2012

Octavo arte

Al cénit, la luna esconde el códice de los sueños, en el tablero cresta de ónice sobre mis bocetos, la videoteca repleta de juegos, octavo arte, que entretiene mis desvelos. Amapolas silvestres de fragante aroma alfombran mis florestas de cuento, Andersen y los hermanos Grimm, como infantes en el recreo, salta un delfín…
Voces negras y héroes de arte octavo, tono sepia en grandes halos, verde el prado y dorado, musiquilla country cerca del lago, el cobertizo del cárabo junto al viejo álamo, cruce de caminos entrelazados, balada enzarzada de retazos que, entre susurros, cantan los hados. Claraboya del mundo, ojo a espera, desata el nudo de nuestra esfera. Cristalera de ámbar puro. Aparador de las almas…
Ondas plateadas, vibraciones de cristal, templadas las liras de las hadas sobre un estanque minimal, la grácil sonrisa de algún bello animal, que armoniza la brisa cálida de mi hogar.
Sin prisa y sin pausa, sigue mi pluma su pauta, como la lechuza y la ardilla, que desmenuzan en juegos las fantasías de mi buhardilla.
Cielo encarnado, como de lluvia, filigrana coral del acuario, farol en flor y Venus como corolario.
Mariposa de amatista y adelfas granate, piedra de cuarzo blanco junto al tintero, manuscritos, proyecciones irisadas circulares, mar yerto en todos los lugares, murciélago proscrito y sereno… Tierras virginales de inmaculadas hadas en vorágine entrando en Enero.
 Cascadas de linfos cristalinos entre ruinas aztecas y helechos, cañas y caras en las piedras, en la espesura de la jungla. El rumor del agua y del musgo, florecillas color rubí, brillantes cuales gemas perfectas y el camposanto verdor de la arboleda. Efusión que silba el torrente entre las antiguas ruinas, maravillas de civilización precolombina.