Gástame, desgástame
antes de que me carcoman los demás seres de este mundo que me importan bien
poco, me han defraudado tanto que no apuesto ni un pelo por nadie de este asqueroso
mundo, pero por ti... Ni siquiera es sacrificio morir; morir no es nada, doble
Luna llena azulada, sortilegio de las hadas; por ti me bato en duelo con el
escorpión, me juego pellejo y corazón, y luego muero por los dos... ¡Ay! ¿Qué
no haría yo por vos?
Pace en mí,
campea por mi alma ajada de abisales desamores cicatrizados, salta las acacias
de las que no pude complacerme, mécete en las fragancias puras de las diosas que sí me amaron, y arremolínate
en sus sueños como en los cabellos dorados de un ángel sobre blanquísimo corcel
de diamante a la luz de la Luna, escucha la brisa suave que caracolea en sus
crines tonos de afecto y pasión, mientras giran las estrellas del firmamento en
caleidoscópicos juegos sin igual de luz y color sobre terciopelo violáceo; yo
te siento dentro de mí igual que una paloma de hermosas alas inmaculadas desperezándose
de la vida al sueño plateado de querernos, fusionados en un mundo sin dimensiones
ni barreras, sin límites ni comprensión, en la más absoluta paz del corazón.
Eres tanto
que tanto te amo,
Y, quizás
de ser posible, ni siquiera te hubiera amado...