Trina
la tarde de Mayo en coral, con sus grillos de vida sonidos, el verde magno de
la natura y el palmeral, bajo un sol prematuro de verano bienvenido, que regala
luz y azul marino. En pose delicada descansa Mandolino, como un niño, a través
de los haces de luz del ventanal, cierra un ojo y se me antoja un guiño en
idioma animal, la primavera es la catedral… Contemplo la cajita de música, a
través de sus puertas adamantinas gira y gira eternamente la bailarina,
mientras Mandolino rebusca su reflejo angelical en el espejo vertical.