domingo, 26 de abril de 2015

Joyas


Demasiado raciocinio, hace demasiado tiempo que no piso una casa de lenocinio... Ya libre este vate del complejo de los orates. Una vela de lavanda encendida en mi buhardilla, que mil detalles son las joyas de la vida, varios libros nuevos, nuevos amigos, viejos reencuentros y nuevas metas, novísimos proyectos y letras, secretos, esencia de lirio azul en el farol y muchas notas... Se expande el aroma de mi escritorio la rosa, mientras escucho a media luz rock and roll... Que se cambia de piel tantas veces como el mundo crece, y la libertad se atisba como detalles, que son las joyas de la vida.

Gemas de luz mimosas recorren mi habitación oníricamente, fundiéndose en hipnosis que recuerdan los mejoren momentos de mi vida, y estallan en cuentos sin finales e hipótesis ideales para parir nuevas magias virtuales que luego descifraré y daré forma en verso. Antiguas diosas de la mitología griega me besan, y se escoden para que interprete medios códigos; duendes me distraen mientras escucho a cantautores soñar en voz alta, y el aire de la libertad sopla a través de mi ventana, mientras se pone el Sol en la tarde lenta y pausadamente del horizonte en capas superpuestas.

¡Ay, Domingos romanticones, que me aplastáis en los sillones!

¡Poesía en ecos, libérame de los ellos o, al menos, de los egos llorones!

¡Ay, Poesía salvadora, libérame de malvivir la nostalgia abrumadora!

El Cielo es ahora pura fantasía, ni ciega ni molesta, pero se clava y al punto seduce magníficamente del ojo a la mente; es como si las vastas nubes se derritieran de luz líquida, como si el mismo cielo fuera un espejo de puro oro brillante hasta el exceso, un marco indecible, es un mar plano y dorado creado sólo para los únicos...

Tarde ardiente de Abril, gracias por este regalo bajo el añil.