jueves, 29 de diciembre de 2011

El boggart

Mañana silenciosa, del turrón y de las sobras, perfil del día su obra, marfil que azula el cielo, gualdas las casas tras el colegio, magenta y graffitis a lo lejos, calor del sol, flores de invernadero. Mandolino en brazos de Morfeo.
Incienso de olas de mar, fragante aroma de tulipán, enciende la estufa una bruja sin aires de mal, prendo yo el farolillo que a mi buhardilla la estrella da, azul claro vidría el acuario, pleno de arrecifes cárdenos, mientras me guiña el ojo un naranja pez rayado. El broche de oro de papá Noel, sus cintas y su gorro, todo él con tanta esplendidez… Detalles infantiles, cerdito rosa de peluche, junto a felicitaciones literarias, una postal de la ciudad de Shangai en 3d, me hago el café, todos duermen, es hora de soñar, las liras de las musas templadas, mi pluma preferida a volar. Los ogros, los duendes, las hadas a por un peluche van, deliran en oleadas, y es que es el mismo boggart al que pretenden cazar. Dejadle –exclamo- que se ha portado bien un pelín. Me ha dejado un libro de Anais Nin.
Estando a solas con él, veo que ha cambiado, ya no lleva taparrabos, practica el nudismo y el anarquismo, el tantra y el mantra, -hablame de una estrella nova- le digo. Y me contesta: Veronica Zemanova.