Blues y jazz a la par deleitan mis sentidos, alborozo y calor en mi nido, regocijo en las notas de sus hijos, guitarras buenas, música en las venas, de la mañana prodigios y sangre nueva, ya viene al calor Mandolino y una elfa, mi tía abuela, el boggart sobre hermoso corcel vuela, y de las aves divino trino en ecos me llega, preparativos para la Nochevieja, compras y tiendas, el boggart, todas a una, en vez de uvas come gominolas. Mañana soleada en olas, deseos en oleada, mi abuela gnoma y versos de hadas, esmeraldas de gemas en la alcoba y zafiros en sus alas, plata de adornos en la entrada, leche y miel bajo el dintel, tomo el tazón de café mientras espero la madrugada.
Diástole del sentir, como un nuevo big-bang que lo pasado deja atrás, idas y venidas, de aquí para allá, ni siquiera las ninfas me dejan descansar, la pluma plena de pura navidad.
La última noche del año, familia, con mis amigos, y siempre agregados, noche de borrachos y casquivanas, duendes, hados y hadas, víspera de las campanadas, ropa interior roja, algunas sin bragas, nochevieja esplendorosa, al menos ponte tanga, que se trasluce tu concha, y encima estás depilada. Me rasuro la barba, sea consejo de las sibilas, o si acaso alguna caiga. La llama en el farolillo baila. La flor de luz que no decaiga. Brotan los brillos del árbol de navidad como guiños planetarios de luminaria estelar.
Turrón y golosinas, marisco y cordero, cual si fuese Mesalina, todos se fijan en el relojero. Buen tiempo en esta ciudad, sólo algo de frío, con papá Noel ya me río, Nochevieja de fraternidad.
Fuegos artificiales en las ciudades, champán en las copas, fragantes trajes y llenas las bocas, felicitaciones, resoplar de dragones, cuento que evocas en tus acciones, Nochevieja, por todos los rincones.