sábado, 21 de enero de 2012

Réquiem por un pentium


Con el ordenador estropeado por el abuso de tantos hados, escribo al aire libertario desde el salón de al lado, un pequeño portátil que mi amigo Juanluis me ha dejado. Las cajas invaden la estancia, mudanza de hadas, los trasgos ocultan mis trastos, estorbo de tantos. El acuario manso y el cielo azul claro en la tarde. Hemos comido con gusto en situación tan poco agradable. Se abre en vetas diamantinas la marmórea boveda celeste, níveas estelas de metal recorren el cielo, añil en acuarela celestial, amarilleando oro en el horizonte entre las firmes antenas, quedas, como sin alma...
La buhardilla sigue vacía y el paraninfo pleno de ninfas, las hipnosis del péndulo del lustroso reloj de pared son imperiales, como eternas las siestas de mi gnoma abuela. El tierno Mandolino hoy ha dormido conmigo, a mis pies, notaba yo al peluche blanquito, que me daba la vuelta en la cama cada vez.