jueves, 8 de diciembre de 2011

decoración

Los mares azules del cielo declinan en morado y lila lívidos tras los edificios. Violácea línea en lontananza, añil los nimbos y cárdenos.
Escarlata de cielo de invierno, la tarde ha corrido su velo, perfumado de púrpura incienso. Junto a la estufa me caliento. Y mi tierno Mandolino ya está bueno. El olor a café recién hecho y risas en el salón. Alguna película antigua y hasta una estrella fugaz desde mi balcón.
Una caja chinesca con mis juegos de ingenio, una bruja simiesca que se hace pasar por genio, el farolillo con la vela extinguida, los peluches, el tintero y mis hadas en seguida. Varios lienzos y un maletín de artista.
Hoy no tengo alguna cita, mas que una charla con la luna blonda y la búsqueda del boggart.
No corona el marino Venus, ni embellece aún la luna el cielo. Debe de ser cosa de Zeus o de sus barbas los pelos.
Los archimagos de mi buhardilla obran rituales, mientras los gnomos presurosos de bondad cuelgan los detalles y adornos de Navidad.
Papá Noel sobre mi videoteca, en 3d entró por entre las florestas, con un cascabeleo ideal de renos estupendos. Los gnomos, ayudados por los elfos, orlan de luz mis espejos, irisados y plenos de versos, cual si de caleidoscopios gigantes se tratase.
Las damas portan sortijas de plata y collares de oro puro, diamantes y tacones puntiagudos, las alas de las hadas han añadido ribetes de zafiro, los elfos, con sus mejores galas, cuelgan medallones de luz del alba, forjados a golpe de sueño y magia, y en realidad, sólo el boggart desdeña la navidad.
Por cierto, ¿dónde estará ahora el boggart?
Lo miniaturicé e introduje en un tubo de ensayo, en contra de sus engaños, luego lo metí en un matraz, y no recuerdo más… Creo que escapó con un libro de Arthur C. Clarke.
Los gnomos son diligentes y bondadosos, sorbo el café mientras embellecen un abeto añoso, han traído motivos de Alemania, dotados de hermosura y graciosos, y decoran con artilugios preciosos su gracia.
El boggart tiene envidia de mi perro, y me ha robado el libro de Platero. También envidia a mi abuela, que es una gnoma, por eso le cambia de sitio las cosas.


El boggart es como mi Mr Hyde particular, disoluto y libertino, sólo le hago caso cuando no va de bruto y con las putas hila fino. En mi casa se va recomponiendo la estampa de una aldea germánica. Madera buena y bella porcelana, cervatillos con jerseys de lana, un molinillo de filigranas, sólo me falta confeti en la banana.
Imbuido por los gnomos, me dispongo a alegrar mi casa.
El boggart se encontró con el hada Melusina… no tuvo sexo, ¿por qué?, le he dicho, ¿por donde?, me ha contestado, de hecho. Sólo piensa en lo único, el obseso. Y es lo que me gusta de este espíritu travieso. Para no dar trabajo, os aclaro que esta hada en cuestión, en vez de menstruación, le da por transformación de cintura para abajo, no hace falta la Wikipedia, yo cuento en plata lo que reza la enciclopedia.
Estoy charlando con el boggart sobre literatura erótica, cuando pasan a nuestro lado dos mozas, abro los ojos yo, él cierra la boca, son hadas del tipo exuberante, senos voluptuosos, piernas de jaca… y me susurra: Anais Nin.
Las estrellas de azul eléctrico y plata por doquier, el dintel dorado de mi habitación, el Papá Noel con su enorme barriga asiendo un saco de sueños perlas, sus níveas barbas, y el tacto aterciopelado rojo carmín sobre mi escritorio.
Anaranjados y amarillo brillo de peces detrás, en el acuario, junto a mi colección de plumas…
El espejo cobra relieve y se adorna solo, con matices verdes y bermellón, sobre el farolillo encendido de repente, que alumbra líneas nuevas, la serenata del plasma hablando de desgracias, y un refresco…