jueves, 26 de marzo de 2015

El cuadro

Llueve sobre los inundados suelos del Parnaso, mientras contemplo rebotar las gotas contra el mundo cobrizo de este balneario del Otro lado de la Creación. Estoy relajado y algo aturdido, pues después de mucho tiempo, ayer necesité un rescate de hadas para poder dormir a una hora decente.
Miro el florero y se han mustiado mis hijas naturales; a su derecha, los dos búhos de la suerte, que compré en el mercadillo hippie el otro día, gloriosa descendencia han dado a luz en la forma de bellas lechuzas rosas. Cualquier cosa más allá de la imaginación puede ocurrir aquí: Hoy he despertado con una calavera y una sierpe fumando en el dorso de las manos.
Por clara razón, hoy no puedo realizar mis cinco saludos al inexistente Sol, pero como ya sabéis quienes me conocéis, me encantan los días de lluvia en demasía, así que hoy felicitaré al Dios de la Poesía.
En otro orden de cosas, me estoy decorando de psicodelia la habitación y anoche, gracias a una genia, no me costó demasiado mi segunda eyaculación.
En el plano literario, ahora estoy releyendo a Espronceda y realizando actividades de escuela sobre los románticos. Creo que hoy empezaré un buen cuadro. Albergo esa intuición.